domingo, diciembre 10, 2006

Zafiro (6ta Parte )

Por Zedi Cioso


La semana siguiente sucedió algo curioso. Yo sé que curioso no es el adjetivo adecuado para describir la situación pero creo haber dejado suficientemente en claro que estos son mis primeros escarceos con la prosa. Las cosas inesperadas sólo suceden en la literatura fantástica y esto que cuento es tan real como la hoja en la que escribo así que dejémoslo así: sucedió algo curioso. El martes al mediodía el portón eléctrico se elevó y dio paso a una moto. Su conductor estacionó en el garage y ayudó a descender a su acompañante femenina. El monitor de catorce pulgadas en blanco y negro distorsiona bastante la imagen pero no cabían dudas acerca de la indumentaria del hombre. Cuando lo tuve parado frente a mí lo miré con todo el odio que mis ojos eran capaces de trasmitir, con la esperanza de que una porción de esa furia fuera capaz de traspasar la barrera de cristal reflectivo y llegara al centro de su ignominioso corazón.
_Una habitación diamante, por favor.
_Como no, caballero, respondí, tratando de recargar con amarga ironía la entonación de mis palabras. ¿Y fue cierto o producto de la fiebre alucinada que me invadía? ¿Pudo ese sujeto haber sido capaz de insinuar un guiño de ojo, pretendiendo de ese modo hacerme cómplice de su iniquidad y testigo de su hazaña de semental reproductor? Para peor, la mujer que lo acompañaba era como un negativo de Sabrina, a quien ofendía con su mera presencia. Debía rondar los cuarenta años y era muy alta o llevaba tacos de quince centímetros o ambas cosas. Tenía puesto un pantalón de cuero de tiro bajo y un suéter de hilo negro ceñido al cuerpo del que sobresalían dos perfectas esferas de Pascal que debían llevar la más prosaica firma de algún prestigioso cirujano. Ciertamente no vestía de jogging, pero un detalle la delataba: llevaba en la mano un bolso deportivo: ahí debían amontonarse sus calzas, sus zapatillas de última generación, sus vinchas flúo y demás menesteres que hacen al uniforme de una buena alumna de personal trainer. Les entregué la tarjeta para que se fueran lo más rápido posible. Sentía el invisible dolor de Sabrina como si fuera propio. Mientras caminaban hacia el ascensor apreté la madera del mostrador hasta que se me empalidecieron los nudillos, para contener mis ansias de saltar sobre ese energúmeno. Recibí tres llamados desde su habitación. Todos de ella. Primero me dictó un pedido con voz grave y sensual:
_Quiero los artículos 235 E y 128 D
Cuando consulté el catálogo descubrí con asombro que se trataba de un lubricante anal y un consolador extra large. Una hora más tarde solicitó dos whiskys, uno doble sin hielo y uno simple con hielo. Media hora después llamó para pedir dos hamburguesas completas y gaseosas.
Se fueron a las dos horas.
Él rengueaba.
Al mismo tiempo, mi relación con Sabrina discurría por los apacibles senderos de la amistad. Regresábamos juntos después de clase. A veces se nos sumaba su amiga, con el pretexto de que iba a estudiar a casa de Sabrina. Se llamaba Carmen y comencé a sospechar que yo le gustaba. Sólo meses después me enteré que ella se tomaba a la salida de la facultad el mismo colectivo que yo debería abordar para ir a mi casa de no haber mediado mi insensato cortejo. Una noche, en el viaje de vuelta Sabrina me preguntó si trabajaba.
_Eh, si, no… bueno, sí. Pero en algo que no tiene nada que ver con la Facu, por eso es como si no trabajara, ¿Entendés?
_Más o menos, ¿Y en donde trabajás?
La interrogación acerca de mi actividad laboral era plausible y sé que debía haber pensado en algo qué decir para ocultar mi verdadero trabajo, pero la verdad es que la pregunta me había tomado por sorpresa y mencioné lo primero que se me vino a la cabeza.
_Trabajo en un club, dije, y en seguida empecé a insultar al sistema de libre asociación.
Ella se sorprendió. _Ah, sí. Mirá que casualidad. Mi novio también.
_Sí, pero yo trabajo en la administración, hago liquidación de sueldos y esas cosas. Nunca me gustaron los aerobics, dije con un sesgo despectivo.
Sabrina acusó el golpe. _¿Y vos cómo sabés que mi novio da clases de fitness?
Empezaron a temblarme las rodillas ¿Podría acaso desenmascararme? _No, no lo sé
-traté de aclarar- pero me imaginaba que debía hacer eso, como la mayoría de los que trabajan ahí.
_Sí, -pareció tranquilizarse- es profesor de educación física.
_Ah, mirá vos.
_Hablando de eso, a vos no te vendría mal tomar unas clases.
_No, dejá, así estoy bien.
_Te lo digo en serio. Se te ve muy flaco. Si querés te presento a mi novio y le pedimos que te haga una rutina para el gimnasio. Podés hacerla en tu club y todo.
_Mirá, no me gusta el deporte, pero te agradezco de todos modos, dije como para cortar el tema. Pero ella ya estaba embalada y siguió hablando de su novio, sobre cómo se habían conocido en el colegio secundario y mi novio de aquí y mi novio de allá. Lo tenía idealizado. A duras penas contenía mis ganas de zamarrearla y gritarle un par de verdades. Por suerte el colectivo llegó a su parada y Sabrina se bajó sonriente e ignorante de la traición de la que era víctima.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Se cae ...se cae...

O será que pasó mucho del cap. anterior..


Que pasa zedi?


saludos.

S.S.L. (su segura lectora)

Anónimo dijo...

Bueno, tal vez no se pueda estar up todo el tiempo. Pronto le mando el 7mo a ver si repunta.
S.T.E
(su titubeante escritor)

Anónimo dijo...

Esta muy bien lo que ud. argumenta, lo que pasa es que me tiene muy mal acostumbrada!!

saludos agradecidos.

Anónimo dijo...

Espero seguir mal acostumbrándola. Los editores ya tienen en sus manos la historia completa y la irán dosificando para su placer o su desesperación.
Suyo
Cioso

Anónimo dijo...

Desesperación, sin duda!!
Relatos cortos y/o cuentos, o pásenme el libraco entero.
Ya me veo sufriendo todo el verano esperando la dosis semanal de su historia....bua.....

saludos.

Anónimo dijo...

No es para tanto, no desespere Pau. Hay relatos para rato. En cuanto termine Zafiro arrancamos con otro de la serie sin solución de contiuidad. O como decía Johnnny Allon, "Me voy yo... ¡Y viene la música!

knoppix dijo...

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