miércoles, octubre 04, 2006

La teoría (segunda versión)

Por Dragón del Mar

En su adolescencia, Gerónimo sostenía que los grandes personajes de la historia eran viajeros en el tiempo que interpretaban un papel. La certeza se le cruzó durante una aburrida clase del CBC y desde entonces nunca lo abandonó. Con el tiempo, y en absoluta soledad, fue perfeccionándola. Si a los veinte la frontera divisoria entre los grandes y los pequeños personajes le parecía clara, dos años después ya había abandonado esta presunción. La imposibilidad de asumir una escala como válida, lo impulsó a sostener que todas las personas provenían del futuro, excepto él que claramente había nacido en el año 1979. Pero esta variante de la teoría también fallaba, puesto que conoció a mucha gente que no encajaba en absoluto dentro del perfil que, de acuerdo a sus estudios, debía tener un viajero en el tiempo. A los veinticinco alcanzó una (moderada) sabiduría, o más bien habría que llamarlo experiencia, que le permitió trazar una división convencional entre aquellos cuya vida, al igual que la suya, podía describirse por medio de una línea recta, y aquellos que habían retrocedido para desempeñar un papel con algún propósito determinado. Por entonces ya vivía solo y había naufragado en unos cuantos empleos, estudios, amistades y romances, de modo que había perdido la ingenuidad que ostentaba unos pocos años atrás. Ya no le importaban tanto las circunstancias, que después de todo eran inmodificables, sino los medios. La pregunta ya no era de dónde provenían las personas, sino con qué fines se decidían a interpretar un papel que, en principio, les era ajeno. No el cómo sino el por qué. Cuando alcanzó esta conclusión, que más bien le sonaba como un excelente punto de partida de algo, Gerónimo sintió por primera vez que su vida se estaba transformando en otra cosa.
Justo en ese momento murió su padre y él lo interpretó como una señal. Llevaba un largo tiempo enfermo y el desenlace había podido preverse desde varios meses atrás. Una vez, en una de las tantas internaciones que sufrió durante las últimas semanas, Gerónimo fue a visitarlo al hospital.
—¿Por qué viniste? —preguntó.
Su padre, conectado a los electrodos y a la sonda que lo alimentaba, lo observó con asombro.
—¿Qué querés decir? Si el que vino fuiste vos.
Gerónimo no se dejó amedrentar por su respuesta.
—A esta época, quiero decir. ¿Cuándo naciste?
El viejo tosió y murmuró algo incomprensible. Gerónimo se levantó de su silla y dio unas vueltas por la habitación. Su padre continuaba observándolo con recelo, como si no acabara de comprender las palabras de Gerónimo pero, al mismo tiempo, sospechando que éstas ocultaban una revelación.
—Nunca pudiste ser una persona normal —suspiró—. Siempre tuve la sensación de que te escondías de mamá y de mí, como si quisiéramos lastimarte de alguna manera. Nosotros hicimos todo lo que pudimos para que te sientas bien.
Gerónimo se detuvo en seco. No podía dar crédito a lo que acababa de escuchar. Había soportado la hipocresía de sus padres durante años, pero esto era más de lo que estaba dispuesto a dejar pasar.
—Lo sé todo —murmuró.
Procuraba hablar con tranquilidad, pero le temblaban las piernas.
—¿Qué es lo que sabés?
Gerónimo tragó saliva.
—Sé que viajaron en el tiempo, que tienen algún propósito, aunque ignoro si lo cumplieron o no… pero supongo que sí. Es difícil fallar cuando se sigue un guión. Vos y mamá fueron buenos actores, pero no lo suficientemente buenos como para que yo no me diera cuenta. Hace tiempo que lo sé. Desconozco cuál es el dispositivo que utilizaron para el viaje y dónde lo guardan…
Gerónimo se interrumpió durante un instante. Su padre había empalidecido. Lo escuchaba hablar con la boca abierta como un túnel. Al fondo de ese túnel se encontraba él.
—…Según mis cálculos —prosiguió—, aunque es muy posible que esté equivocado, ustedes nacieron alrededor del año 2350.
Permanecieron en silencio durante un largo rato. Gerónimo, mirándolo con suficiencia, buscando en los ojos de su padre alguna señal de reconocimiento. Éste, por su parte, lucía abrumado por lo que acababa de escuchar.
—Estás loco…. —dijo al cabo de unos minutos.Gerónimo esperaba muchas respuestas, pero no aquella. Su rostro enrojeció.
—Sabes que no —dijo—. Ya es hora de que me lo digas. No soy un chico. ¿O esto también es parte del guión?
—Loco… —murmuró el padre.
—¿Soy el único que está lúcido acá? —preguntó Gerónimo mirando hacia arriba, como si alguien más pudiera escucharlo— ¿Soy el único que no tiene guión?
El viejo rompió a llorar.
—No me vas a convencer con eso —disparó Gerónimo, cargado de furia— Ahora viene la parte en que te morís, ¿no? Te morís y la dejás sola a mamá. Pero a ella tampoco le importa porque así es su papel. ¿Y yo? ¿Nunca pensaron en mí?
Entonces se dejó caer sobre la cama de al lado y cerró los ojos con fuerza. Era como si alguien apagara un televisor. En esa oscuridad profunda vio dos ojos observándolo. Le latía fuerte el corazón. El llanto de su padre se movía en oleadas, acercando y retirándose.

(¿Continuará?)

7 comentarios:

Libelula de Acero dijo...

Tiene que seguir!
Principio de un paranoico? o...

Claro que sigue!

(fijate que en la aunteútima frase, al inicio tenes un error)

Saludos!

Playmobil Hipotético dijo...

si. claro. es la novela que nunca se publico de felipe pito. viva dick

Luciana dijo...

Dragón, debo decirle que tiene un humor delicioso, muy suyo, sutilmente oscuro, realmente me gustó.
Ahora. Para mí cierra perfectamente así pero si lo sigue, también quisiera leerlo para saber cómo hace para vérselas con una continuación.

Anónimo dijo...

Nooo, que siga. La historia no cerró pero para nada, pide más. El comienzo (eso que leimos) es maravilloso. Hay tensión, y la tensión mantiene la lectura. El primer punto alto coincide con la primera suba de tensión: "Justo en ese momento murió su padre y él lo interpretó como una señal". Hasta entonces era un cuento intelectual, del tipo de especulaciones a las que Borges o Bioy acostumbraban a entregarse. Pero acá cambia: acá las cosas se vuelven elementalmente dramáticas, dialecticamente trágicas. ¿Así que volabas entre abstracciones? ¡Bajá a tierra, carajo! Baja. Pero no ceja. Y ante la imposibilidad de volar (pues tiene un ancla que lo retiene en la cordura), hace lo que puede: se estira. Más tensión, claro, porque se empaca: no abandonará el paraíso platónico de las divagaciones. Resiste la acusación de loco, y otro pico. La referencia metadiscursiva: "¿Soy el único que no tiene guión?". Tanta energía acumulada termina por estallar. El padre llora. El se deja caer, exedido por la situación. ¿Qué lo atribula? ¿Que no se confirmen sus teorías o la inminencia de su desamparo?
Llevaste la cosa bien lejos, bien (estoy recurrente, hoy) tensa. Creo que esa tensión es en lo que debe pivotear el resto de la novela (va para novela (corta, me parece), o cuento largo, al menos). No me afloje.

Dragon del Mar dijo...

La historia de este personaje me viene dando vueltas por la cabeza hace tiempo y va saliendo a cuentagotas, aunque creo que esta tampoco es la versión definitiva. Y sí, hay mucha paranoia y había un error de tipeo que ya corregí. Y si, hay mucho Dick pero dudo que el gran Philip escribiera algo así. Y sí, el humor salió un poco sin querer. Y sí, va para largo... (aunque no sé si eso es bueno o malo).
Muchas gracias por los comentarios y observaciones.

Anónimo dijo...

que continue!!! que continue!!!!

Anónimo dijo...

Qué pasó con la tercera entrega de "Zafiro" de Cioso Zedi?