Influencia de la sitcom sobre la realidad sentimental
No es la mejor serie del mundo sitcom así como tampoco Charlie Sheen es el mejor actor del mundo; sin embargo, tanto Two and a half men como Charlie Sheen me caen bárbaro. Es más fácil justificar lo de Sheen: una cara donde escasos músculos se mueven pero que sin embargo transmiten algo; una historia personal cargada de putas, alcohol, drogas y un padre con más prestigio que vos. Lo de Two and a half men sirve más que nada para empezar esto.
En esa serie, Charlie Harper, el personaje de Sheen, es un mujeriego incontrolable, un amante del sexo, que no supera la tercera o cuarta noche con la misma mujer, razón por la cual se termina convirtiendo en una especie de abandonador crónico, con todas las características que ello entraña: mentiroso, desalmado, experto en excusas, desapariciones, etc.
La cosa es que un día Charlie se está googleando y descubre que hay una página que se llama algo así como “odiamosacharlieharper.com”. Ahí, de más está decirlo, están todas las exnovias de Charlie que, convertidas en una especie de culto secreto, básicamente intercambian sus historias como dejadas y pergeñan futuras venganzas contra el.
No es el propósito de este expositor preguntarse lo obvio después de esta introducción; ¿qué postearían mis exnovias?. Por el contrario, de lo que quiero hablar es de la circularidad del amor, algo sobre lo cual vengo trabajando hace algunos días y que se va a convertir en mi primer novela sin publicar.
Una vez le pregunté a mi última exnovia de verdad, antes de ser exnovia pero en franco proceso de serlo, en qué período estaba. Hay dos períodos en la vida del ser humano: el de ser dejado y el de dejar. Ella lo entendió bastante bien y me contestó en el de ser dejada, yo en el de dejar, y la cosa se terminó confirmando de lo más empíricamente posible.
Hay un capítulo de Two and a Half Men que se llama “El amor no es ciego, es retardado”. La verdad es que no lo ví pero qué buen título, macho. El amor tiene la inteligencia de un mosquito y la memoria de Alzehimer. Porque claro, cada nueva relación es encarada con sabiduría, con el aprendizaje que dan los golpes, las cachetadas, los llantos en los bares, los abrazos de despedida, los recuerdos del último beso sin saber que era el último beso, los discos que vamos a escuchar llorando hasta que dejemos de escucharlos, la reflexión idiota de cuándo fue el preciso momento en donde todo se rompió indefectiblemente.
Y toda esa experiencia no sirve para nada a la hora de evitar la repetición del ciclo tedejo-medejás. ¿De qué sirve saber que estás en la etapa de ser dejado o en la de dejar? Arrastrados en el charco de las relaciones muertas, ambos terminan cayendo, a veces más lento a veces más rápido, en el fondo barroso; al final, cada uno se va convirtiendo en una figurita que era reemplazable, que venía dos veces en el mismo paquete, que estaba al servicio de ese ciclo natural. Al final, todos terminamos en la memoria de un tipo con Alzehimer que nos confunde con su padre, con su abuelo, con el verdulero de la esquina que lo quiere matar cambiandole las pastillas por la noche.
En el fondo – ahora vuelvo a la metodología teórica del Congreso, no me quite el micrófono, licenciado Cioso, déjeme que le redondeo toda la charla; aparte, mire, las disgresiones no son exclusividad del Lic. Pailos, aunque bueno, sí, deberían serlo – lo que estoy queriendo decir es que la categoría teórica exnovia o exnovio debería ser abandonada, descartada y, más wittgenstanianamente, amenazada con un atizador. La razón es que designa demasiadas cosas; es algo así como la de “humanidad”; designa todo.
Designando todo, se hace pretenciosamente ridícula y paradójicamente vacía; es como si un hombre viera todo rojo; ¿qué sentido tiene decir rojo si no lo puede comparar con un azul, con un bermellón? Ninguna, hombre, ninguna.
Se aceptan preguntas del público
- Hola, mi nombre es Waldo. ¿Usted cree que las sitcoms han puesto sobre el tapete la relación que usted establece?
- No, por el contrario; lo que ocurre es que estoy viendo mucha tele y no tengo mucho tema de conversación; así que si no hablo de sitcoms, como que estoy muerto. También le podría hablar del primer disco de Zambayonni, Fijáte si cojo mucho, pero me parece que no da.
- Hola, soy Sara Parker de Engineer Budge; si la categoría de exnovia es vacía y su novela va a hablar de exnovias… ¿cómo va a ser su novela?
- Como una lágrima en la oscuridad, Sara, así de inútil e invisible va a ser.
En esa serie, Charlie Harper, el personaje de Sheen, es un mujeriego incontrolable, un amante del sexo, que no supera la tercera o cuarta noche con la misma mujer, razón por la cual se termina convirtiendo en una especie de abandonador crónico, con todas las características que ello entraña: mentiroso, desalmado, experto en excusas, desapariciones, etc.
La cosa es que un día Charlie se está googleando y descubre que hay una página que se llama algo así como “odiamosacharlieharper.com”. Ahí, de más está decirlo, están todas las exnovias de Charlie que, convertidas en una especie de culto secreto, básicamente intercambian sus historias como dejadas y pergeñan futuras venganzas contra el.
No es el propósito de este expositor preguntarse lo obvio después de esta introducción; ¿qué postearían mis exnovias?. Por el contrario, de lo que quiero hablar es de la circularidad del amor, algo sobre lo cual vengo trabajando hace algunos días y que se va a convertir en mi primer novela sin publicar.
Una vez le pregunté a mi última exnovia de verdad, antes de ser exnovia pero en franco proceso de serlo, en qué período estaba. Hay dos períodos en la vida del ser humano: el de ser dejado y el de dejar. Ella lo entendió bastante bien y me contestó en el de ser dejada, yo en el de dejar, y la cosa se terminó confirmando de lo más empíricamente posible.
Hay un capítulo de Two and a Half Men que se llama “El amor no es ciego, es retardado”. La verdad es que no lo ví pero qué buen título, macho. El amor tiene la inteligencia de un mosquito y la memoria de Alzehimer. Porque claro, cada nueva relación es encarada con sabiduría, con el aprendizaje que dan los golpes, las cachetadas, los llantos en los bares, los abrazos de despedida, los recuerdos del último beso sin saber que era el último beso, los discos que vamos a escuchar llorando hasta que dejemos de escucharlos, la reflexión idiota de cuándo fue el preciso momento en donde todo se rompió indefectiblemente.
Y toda esa experiencia no sirve para nada a la hora de evitar la repetición del ciclo tedejo-medejás. ¿De qué sirve saber que estás en la etapa de ser dejado o en la de dejar? Arrastrados en el charco de las relaciones muertas, ambos terminan cayendo, a veces más lento a veces más rápido, en el fondo barroso; al final, cada uno se va convirtiendo en una figurita que era reemplazable, que venía dos veces en el mismo paquete, que estaba al servicio de ese ciclo natural. Al final, todos terminamos en la memoria de un tipo con Alzehimer que nos confunde con su padre, con su abuelo, con el verdulero de la esquina que lo quiere matar cambiandole las pastillas por la noche.
En el fondo – ahora vuelvo a la metodología teórica del Congreso, no me quite el micrófono, licenciado Cioso, déjeme que le redondeo toda la charla; aparte, mire, las disgresiones no son exclusividad del Lic. Pailos, aunque bueno, sí, deberían serlo – lo que estoy queriendo decir es que la categoría teórica exnovia o exnovio debería ser abandonada, descartada y, más wittgenstanianamente, amenazada con un atizador. La razón es que designa demasiadas cosas; es algo así como la de “humanidad”; designa todo.
Designando todo, se hace pretenciosamente ridícula y paradójicamente vacía; es como si un hombre viera todo rojo; ¿qué sentido tiene decir rojo si no lo puede comparar con un azul, con un bermellón? Ninguna, hombre, ninguna.
Se aceptan preguntas del público
- Hola, mi nombre es Waldo. ¿Usted cree que las sitcoms han puesto sobre el tapete la relación que usted establece?
- No, por el contrario; lo que ocurre es que estoy viendo mucha tele y no tengo mucho tema de conversación; así que si no hablo de sitcoms, como que estoy muerto. También le podría hablar del primer disco de Zambayonni, Fijáte si cojo mucho, pero me parece que no da.
- Hola, soy Sara Parker de Engineer Budge; si la categoría de exnovia es vacía y su novela va a hablar de exnovias… ¿cómo va a ser su novela?
- Como una lágrima en la oscuridad, Sara, así de inútil e invisible va a ser.
3 comentarios:
Yo le voy a discutir.
Porque para mi que no es estacionaria esta categorización de estadío te abandono, me abandonas.
En mi última relación, que más uqe estar cerca de ser novio, casi que me caso y no los dedos con la puerta. Yo estaba de lo mas cómoda con el portate bien que te dejo y asi vivíamos y no va que zaz! fue y me dejó de sopetón.
Asique estas cosas pueden variar. se-pa-lo
Se escribe Zambayonny, y el tema se llama "Averiguá si cojo mucho"
Una especie de High Fidelity porteña... si la escribís, yo la leo. Pregunta, ¿qué es lo que compone Charlie Harper en el piano? Jingles, temas pop o sinfonías...?
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